Dos tipos de felicidad

Según la psicología positiva, podemos decir que existen dos tipos de felicidad: la felicidad hedónica basada en la búsqueda del placer y la felicidad eudaimónica basada en la autorrealización personal.

La felicidad hedónica se fundamenta en la teoría de Aristipo del s. III A.C., que definía el placer como un bien exclusivo, alcanzable a través de mantener el control en las situaciones adversas y las favorables para conseguir una buena adaptación. El propósito de la vida radica en la experimentación del placer y felicidad como resultado de la suma de los momentos hedónicos personales.

La felicidad eudaimónica se fundamenta en los estudios de Aristóteles. Éste criticó duramente la idea de felicidad como una simple satisfacción de necesidades y placeres, diferenciando la vida placentera de la buena vida. Para Aristóteles la verdadera felicidad es una actividad de acuerdo a la virtud, es vivir de acuerdo con la razón, lograr la autorrealización y llevar al máximo las propias capacidades.

La psicología positiva nos muestra que la felicidad y el bienestar profundo se experimentan manteniendo una actitud de eudaimonia, o sea que lo que nos impulsa a conocer, permite y ayuda a expresar lo mejor de nosotros mismos.

Hay varias razones que indican esto, aunque la fundamental es que, siguiendo las sensaciones agradables y simples, no se puede conseguir la satisfacción duradera, ya que no duran mucho y están sujetas a diferentes variables que hacen que la percepción que tenemos cambie en función de la situación y el contexto.

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Dos tipos de Felicidad DTP

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Parece ser que las personas más felices son aquellas que persiguen un objetivo o propósito muy importante y significativo para ellas, ya que esto conlleva un proceso de transformación y unos desafíos a enfrentar que hacen que la satisfacción generada sea mucho más larga y profunda, además de perseguir algo que les hace sentirse vivas y en armonía con ellas mismas. También se adquieren unos aprendizajes adicionales que se pueden transferir a otras áreas de la vida que hagan que se desarrollen nuevas habilidades que le hacen a la persona crecer, y experimentar una satisfacción más duradera.

Así, la felicidad hedónica la componen todas aquellas actividades, situaciones o estímulos que generan sensaciones, emociones y estados de ánimo placenteros. Y la felicidad eudaimónica la componen aquellas experiencias más complejas que incluyen todos nuestros recursos para aplicarlos correctamente en nuestro desarrollo personal y nuestro propio potencial para así conseguir nuestra autorrealización y crecimiento como personas.

Según mi punto de vista estos dos tipos de felicidad no son excluyentes. Más bien son complementarios. La felicidad hedónica está más relacionada, en principio, con las necesidades humanas básicas, ya que implica la búsqueda del placer y la evitación o disminución del dolor. Se trata de buscar el bienestar subjetivo y las gratificaciones a corto plazo basadas en los placeres sensoriales. Así, el hecho de buscar el placer personal en la alimentación, el descanso o el sexo no hace otra cosa que disfrutar cubriendo nuestras necesidades fisiológicas básicas. Además, el hecho de buscar evitar el dolor puede estar relacionado con tener satisfechas las necesidades de seguridad como la salud, la protección y la generación de recursos, de la pirámide de Maslow.

Las principales actividades que podemos realizar para conseguir la felicidad hedónica siendo proactivos, son las de disfrutar de manjares o comidas que nos apasionan, beber nuestra bebida preferida, disfrutar de una tertulia con amigos, pasear por la naturaleza, contemplar una puesta de sol o maravillarnos presenciando una lluvia de estrellas. Además de manteniendo relaciones sexuales satisfactorias o practicando la meditación. 

Desde el punto de vista de la evitación del dolor, podemos conseguir felicidad hedónica manteniendo unos niveles de salud física y mental positivos, consiguiendo un empleo fijo que nos aporte seguridad económica, formando una familia o teniendo un hogar donde cobijarnos.

Se trata de un tipo de felicidad a corto plazo en la que, generalmente, se produce lo que llamamos la adaptación hedonista, que es el concepto que nos indica que las situaciones que nos producen placer y felicidad, cuando son repetidas varias veces, llega un momento en el que dejan de ser gratificantes.

En cuanto a la búsqueda de la felicidad eudaimónica, estamos cubriendo las necesidades humanas más altas en la jerarquía de la pirámide de Maslow: las de autorrealización y reconocimiento.

Para mí, la felicidad eudaimónica es la búsqueda de la autorrealización personal y profesional, sería más o menos, lo que Martin Seligman llama florecer. Es la satisfacción personal de sentirse bien consigo mismo y de tener la certeza de haber aportado a la sociedad. Tener esa sensación de plenitud y autorrealización sabiendo que estás aportando valor a los demás y que les estás transmitiendo tu felicidad.

Para experimentar la eudaimónia es fundamental que nos marquemos objetivos que estén alineados con nuestros valores y principios básicos. Además de estar motivados para poder realizar la actividad necesaria que nos lleve a conseguir el objetivo que nos hemos marcado. Es importante basarnos en nuestras fortalezas y potencialidades para disfrutar plenamente de lo que estamos haciendo.

Resumiendo, la clave reside en marcar un objetivo alineado con nuestros valores basándonos en nuestras fortalezas y aprovechando nuestras motivaciones. De esta manera seremos capaces de crecer personalmente para conseguir alcanzar nuestro propósito de vida. 

Algunas prácticas que podemos realizar para conseguir tener felicidad eudaimónica son: cursar una formación que nos haga sentir completos y disfrutar del proceso, como puede ser un nuevo idioma, un instrumento musical o conseguir un título deseado; aprender algo nuevo cada día que nos aporte, como cocinar una comida exótica, aprender un nuevo video juego, realizar alguna actividad manual como hacer ganchillo o desarrollar la capacidad de hablar en público. Así como conseguir un trabajo agradable que nos haga sentir realizados, realizar un voluntariado en una ONG o crecer personalmente desarrollando nuestra espiritualidad. 

La mejor actividad que podemos realizar para conseguir la felicidad eudaimónica es la de buscar y conseguir alcanzar un propósito de vida que nos haga sentir realizados y que aporte tanto a las demás personas como a nosotros mismos.

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Gerardo RomeroGerardo Romero Pozo
Miembro de la Junta Directiva de Desata Tu Potencial

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